Las religiones y creencias varias han estado muy presentes en la historia de la humanidad, así como la canonización de diferentes personajes que han servido de estandartes para muchas causas e intereses entre los que también se encuentra la cerveza. La cerveza tiene casi tanta historia como la propia humanidad por lo que no era difícil que también entrase a formar parte de las doctrinas religiosas de una u otra manera. Los monjes, en sus monasterios y abadías, tuvieron una gran trascendencia en la cultura cervecera, llegando a ser precursores de algunos de los estilos más importantes de esta bebida, y por lo tanto tenían que dar las gracias a algún santo por permitirles crear tan delicioso brebaje.

Durante muchos años el consumo de alcohol estuvo mal visto por parte de la iglesia católica, que no llegó a prohibirlo pero si a moderar su consumo. No obstante, la propia iglesia católica tiene un rito especial para bendecir la cerveza que data del año 1614 cuando el Papa Paulo V publicó el libro Rituale Romanum. El capítulo octavo de este libro está dedicado a la bendición de diferentes alimentos de uso ordinario, como por ejemplo el pan, el queso, el aceite, las semillas, y también la bendición de la cerveza o Benedictio Cerevisiae, que viene a decir lo siguiente: “Bendice, Señor, esta cerveza criatura, que te has dignado a producir con el mejor grano: que sea un remedio saludable para la raza humana y concede por la invocación de tu Santo Nombre que quien beba de ella pueda obtener la salud del cuerpo y la paz del alma. Por Cristo, nuestro Señor. Amén”.

Oficialmente la canonización por parte del Vaticano no comenzó hasta el siglo XI, pero ya en el siglo II, la veneración de vírgenes, mártires, monjes y creadores de milagros varios estaba en pleno apogeo. Los cultos crecieron, se difundieron rápidamente y las personas reclamaron santos particulares como propios.

En un plano más terrenal, los «santos de la cerveza», que en su mayoría eran monjes y monjas, fueron pioneros en las técnicas de elaboración de la cerveza y promovieron el consumo de cerveza entre los desnutridos. Según los informes, tanto los santos universales como los locales han realizado milagros, ya sea durante sus vidas o después de ellas, que involucraron a la clase trabajadora y la cerveza. Otros santos fueron designados porque representan regiones productoras y consumidoras de cerveza o por estar estrechamente relacionados con alguno de sus ingredientes básicos.

Se estima que hay cerca de 20 santos patronos relacionados de una u otra manera con la cerveza, unos con mayor protagonismo que otros, pero quizás el primero de todos ellos, y curiosamente no reconocido oficialmente, fue San Benito de Nursia (480-547), fundador de la orden de los benedictinos y considerado el iniciador de la vida monástica en Occidente, quien dictaminó que los monjes debían ser autosuficientes en todos los aspectos, de ahí que comenzaran a ser grandes elaboradores de quesos, miel y cervezas, de la cual se les permitía beber hasta varios litros al día y llegó a ser su único sustento en época de ayuno.

Los tres Arnold

Casualmente hay tres santos relacionados con la cerveza que llevan el mismo nombre, aunque solo uno de ellos es considerado oficialmente como el Santo Patrono de los cerveceros, San Arnulfo (Arnold) de Metz (580-640). Arnulfo nació en Austria en el año 580, en aquella época el país ya era famoso por sus excelentes cervezas, y desde bien pequeño se sintió llamado a servir a Dios, por lo que ingresó en un monasterio benedictino siendo muy joven. Más adelante fue nombrado Abad y finalmente, con 32 años, obispo de Metz, donde llegó una gran peste que contaminó sus aguas provocando la muerte de muchos de sus lugareños. Debido a esto, Arnulfo animaba a sus fieles y campesinos a dejar de consumir el agua contaminada y sustituirla por cerveza, ya que al hervir el agua para la elaboración de la cerveza, èsta quedaba libre de los gérmenes contaminantes y la hacían más saludable. Se dice que durante la peste introdujo su crucifijo en una olla caliente con cerveza y tras una bendición la limpió de todos sus males instando a todos los allí presentes a beber de ese bendito hervidor.

San Arnulfo de Metz

Pero no fue hasta su muerte cuando llegaría el verdadero milagro que lo aupó como Santo. Arnulfo se retiró a un monasterio cerca de Remiremont (Francia) en el año 627, donde murió y fue enterrado en el 640. Al año siguiente los ciudadanos de Metz pidieron que su cuerpo fuera exhumado y trasladado a su ciudad para enterrarlo en la Iglesia local. Durante su regreso a Metz, ya con el cuerpo de Arnulfo, varios fieles se sintieron agotados y pararon en una taberna para beber cerveza. Al entrar, descubrieron con tristeza que sólo quedaba una jarra para compartir entre todos. Sorprendentemente, la jarra nunca se terminó y toda la gente pudo beber cerveza hasta satisfacer su sed. El milagro fue atribuido a San Arnulfo y es la razón por la que la Iglesia lo considera el Santo Patrono de los Cerveceros, cuya fiesta se celebra cada 18 de julio y al que se le atribuye la famosa frase: «Del sudor del hombre y del amor de Dios, la cerveza vino al mundo».

El segundo Arnold es Arnold de Soissons (1040-1087) considerado el Santo patrono de los recolectores de lúpulo, probablemente porque predicó en la región de Brabante (Bélgica), región que se hizo famosa por su lúpulo tras la boda de una princesa belga con un príncipe de Kent (Reino Unido) y donde se incluían una serie de tierras frente a la abadía de Affligem. Su milagro se le atribuye tras el derrumbe del techo de un monasterio de Flandes que dejó sin suministro de cerveza a los monjes y a las tabernas del pueblo. Arnold de Soissons le pidió a Dios que multiplicara las barricas de cerveza que quedaban para el consumo de todos y su petición fue concedida, por lo que se ganó su canonización como santo. A Arnold de Soissons también se le atribuye una mejora en el proceso de elaboración de la cerveza ya que mientras trabajaba en el colmenar de la abadía, el abad se dio cuenta de que los conos de paja podían usarse como filtro para aclarar aún más la cerveza.

El tercer Arnold en discordia fue Arnold de Oudenaarde, un afamado militar que se hacía llamar Arnulph el Fuerte, antes de convertirse en monje benedictino. De él se dice que durante una ardua batalla en Flandes pidió a Dios cerveza para dar fuerza a sus agotados soldados, la cual les fue concedida consiguiendo así alzarse y hacerse con la victoria. Este fue el milagro atribuido a San Arnold de Oudenaarde y por el cual fue canonizado por la Iglesia. Más tarde, fundó la Abadía de San Pedro en Oudenburg, donde aprendió el arte de la elaboración de la cerveza terrenal y donde dicen reposan sus restos.

Otros Santos, Santas y más cerveza

En Irlanda, otro país con buena tradición cervecera, tienen tres grandes Santos patronos, San Patricio, Santa Brígida de Kildare y San Columba de Iona, al cual se suele confundir con San Columbano, misionero irlandés, gran amante de la cerveza, que también fue canonizado. De estos tres solo Santa Brígida tiene una estrecha relación milagrosa con la cerveza, de hecho San Patricio nada tiene que ver con ella salvo que cada 17 de Marzo se consume mucha cerveza en Irlanda en el día de su festividad.

Santa Brígida de Kildare

Brígida (457-525) es patrona de varias cosas, entre ellas el ganado, las matronas y los recién nacidos, y también fundadora de la abadía de Kildare, pero también hay evidencias de su pasión por la cerveza. Durante muchos años trabajó en una colonia de leprosos y dicen que éstos le pedían cerveza continuamente, al no tener nada que darles le rogó a Dios que cambiara el agua sucia que usaban para el baño por cerveza, y milagrosamente la cerveza manó de sus grifos. Su verdadera especialidad era la producción de cerveza de manera espontánea, hasta tal punto que dicen que mantenía 18 iglesias, desde el Jueves Santo hasta el final de la Pascua, con un solo barril de cerveza que nunca se agotaba.

Realizar milagros relacionados con la cerveza no era la única manera de terminar siendo un santo cervecero. Otros hombres y mujeres terminaron optando a esta condición gracias a su contribución al proceso de elaboración de la cerveza o al estudio o cultivo de alguno de sus ingredientes principales. Una de esas personas fue Hildegarda von Bingen (1098-1179), una monja benedictina considerada por los especialistas actuales como una de las personalidades más fascinantes y polifacéticas del Occidente europeo y una de las mujeres más influyentes de la Baja Edad Media. Gran amante de la música, la poesía, la medicina y la botánica, suyo es el libro Physica Sacra, done describe detalladamente el uso y el valor del lúpulo en la elaboración de cerveza, escribiendo: «cuando se pone en la cerveza, detiene la putrefacción y brinda una mayor durabilidad».

Hildegarda von Bingen

También en relación al lúpulo, los checos veneran al gran rey Wenceslao I de Bohemia (907-935), asesinado por su propio hermano un 28 de septiembre, día en el que se celebra su festividad como patrón de la República Checa. Fue muy apreciado por la población de su país pero sobre todo por los gremios de cerveceros, ya que entre sus actos cabe destacar su defensa acérrima del lúpulo autóctono bohemio, llegando incluso a condenar a la horca a todo aquel que intentaba sacar lúpulo checo de contrabando fuera de sus fronteras.

Los bebedores de cerveza también se identificaban con San Agustín de Hipona (354-430), cuya juventud tuvo muy poco de santo, ya que se basaba principalmente en el consumo de alcohol y todo tipo de vicio que estuviera a su alcance. San Agustín murió a los 76 años dejando constancia de su vida pecaminosa y su salvación hacia Dios en sus famosas confesiones.

San Lucas (s. I), o Lucas el Evangelista, es también considerado como un santo patrono de los cerveceros, posiblemente por sus amplios conocimientos en medicina y porque sabía que la cerveza de la época era más saludable que el agua de algunos pozos y manantiales, aunque tampoco hay una razón mucho más obvia.

Un santo muy conocido por todos y estrechamente relacionado con la cerveza es San Nicolás de Mira o San Nicolás de Bari, nacido alrededor de 270 A.D., en una pequeña ciudad en la costa sur de lo que hoy es Turquía. San Nicolás es más conocido por dar origen al mito de Santa Claus o Papá Noel, ya que siendo huérfano a una edad temprana, dedicó sus riquezas y energías a ayudar a los menos afortunados. Su vínculo con la cerveza y los cerveceros viene dado por un suceso que ocurrió durante una época de mucha hambruna en la que pidió a los capitanes de los barcos que llevaban trigo a Alejandría que les entregara varios sacos de trigo de cada barco para repartir entre los más necesitados, estos se negaron con la excusa de que el trigo se pesaba al llegar al puerto de Alejandría y por lo tanto se darían cuenta de su falta, pero Nicolás les dijo que por la gracia de Dios los sacos se llenarían de nuevo antes de llegar a puerto, y así fue, por lo que los cerveceros aprecian en San Nicolás su capacidad para transformar un pequeño grano en mucho grano.

San Nicolás de Mira

Hay varios santos y santas bastante repartidos por el cristianismo, también tenemos a San Veronus (Veronus van Lembeek), santo patrono de los cerveceros belgas, principalmente porque vivió en la localidad de Lembeek, en la provincia de Brabante Flamenco, localidad reconocida por el estilo de cerveza Lambic. En Bélgica también tienen a San Amand (584-679), considera el padre del monasticismo belga y santo patrón de los comerciantes de vino y cerveza.

Y en Alemania por supuesto también tienen sus santos cerveceros, como San Florián (250-304) o Florián de Lorch, quien en realidad es Santo patrono de Polonia y del gremio de bomberos, pero de quien se dice que salvó a la ciudad alemana de Nuremberg de un gran incendio utilizando un solo cubo de agua almacenada en una fábrica de cerveza o San Lorenzo, quien nació en Huesca en el 225 y murió martirizado en Roma en el 258 y que según el Franconian Brewery Museum de Bamberg (Alemania), debido a su cruel muerte el gremio de malteros de esta ciudad lo adoptó como patrono, ya que San Lorenzo fue atado a una parrilla y quemado lentamente sobre el fuego, algo que recuerda al método de malteado o secado del cereal. San Lorenzo también es santo patrón de su ciudad natal, Huesca, y de la bonita villa riojana de Ezcaray.

Lienzo sobre la muerte de San Lorenzo

Milagros aparte, la invocación de Santos y Santas para bendecir o proteger cualquier cosa, incluida la cerveza, se ha dado durante cientos de años, pero esto también incluía su parte opuesta o su cara menos amable. Los santos servían para agradecer y pedir cosas buenas pero cuando lo que llegaba no era bueno había que buscar culpables, y teniendo en cuenta que el proceso de elaboración de cerveza en aquella época no se comprendía del todo, principalmente por el desconocimiento del proceso fermentativo, cuando una cerveza salía mala o no estaba en condiciones para su consumo enseguida se echaba mano de los malos espíritus y las conocidas como brujas de la cerveza para eximirse de toda culpa. Se dice que la última quema de una bruja de la cerveza fue entre los años 1600 y 1700, por suerte las cosas han cambiado mucho y hoy en día por muy mala que salga una cerveza nadie acaba en la hoguera. O sí, según se mire.


Fuente: www.delgranoalacopa.com